Les copio parte de la nota que salió el domingo pasado, 3 de octubre, en el diario La Nación:
Pesticidas, árboles talados indiscriminadamente, cadenas de producción sospechosas... El consumidor que acepta productos con estas características está, tal vez sin saberlo, ayudando a la explotación de personas y a la contaminación ambiental. Para poner las cosas en orden llega la tendencia del comercio justo: solidaridad, equidad y respeto por la naturaleza.
Es fácil no pensar demasiado en los eslabones de la cadena de producción de la ropa que, con precios tan bajos, tienta desde algunas vidrieras. O en los pesticidas usados generalmente en plantaciones de algodón y que son absorbidos por los cosechadores, y también por el ambiente. O en la cantidad de árboles que se talan en forma indiscriminada para fabricar diferentes productos, con todo lo que eso implica para el ecosistema. Es que el consumo pasivo es uno de los problemas que enfrenta el comercio justo.
"Los productores de algodón con los que trabajamos son de Chaco y están fuera del circuito de la economía en blanco, entonces son explotados", asegura Harold Picchi, director de la ONG Otro Mercado al Sur, uno de los cuatro miembros nacionales de la Organización Mundial del Comercio Justo (WFTO, por sus siglas en inglés) y que promueve el consumo de productos sustentables tanto desde el punto de vista social como ambiental.
"El algodón es una de las producciones más sucias del planeta, y el pesticida se tira encima cuando está el recolector cosechándolo, o se tira antes de la cosecha, pero el trabajador lo respira igual", dice Sebastián Homps, miembro de Arte y Esperanza, organización que también promueve el comercio justo e integra la WFTO.
Para Dolores Bulit, responsable de Comunicación Verde en la consultora Doblezeta y editora del blog Comercio Justo en Argentina, mucho se habla sobre el cuidado del medio ambiente, "pero también están los temas de la explotación, trabajo infantil y esclavo, y comunidades inmigrantes que trabajan en lo textil".
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